sábado, 27 de abril de 2013

¿Qué está pasando en Somosaguas?

Los pasados 25 y 26 de abril fueron días tristes en el Campus de Somosaguas de la UCM. 

El día 25, ante la presencia de un grupo de estudiantes que se habían encerrado (en el contexto de una huelga estudiantil) en el edificio que alberga la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología y la Escuela de Trabajo Social y que -al parecer- impedían el correcto tránsito de alumnos, profesores y personal (1), el Decano de la Facultad solicita la entrada de las fuerzas policiales para acabar con esa situación. Esta solicitud se salda con la entrada de 16 a 20 furgones de antidisturbios y la detención de 11 compañeros. 

Huelga decir que las afirmaciones aparecidas en ciertos medios (2) en referencia a la peligrosidad de los sujetos y la posesión de elementos contundentes son falsas. Quiero recordar que otras acciones similares han tenido lugar a lo largo del curso y que, más allá de las discrepancias que pueda tener con los métodos utilizados (y que en general se fundan en el rechazo de gran parte del alumnado a dichas formas, lo cual creo que es contraproducente en una lucha en que deberíamos estar unidos) ningún suceso grave ha tenido lugar.
 

Me parece aberrante, desproporcionada y lamentable la actuación de un Decano al que se le llena la boca defendiendo la universidad pública pero no duda en violar el principio de autonomía universitaria y llamar a las fuerzas del orden ante sucesos que no lo requieren. A medida que avanzan las horas va quedando más claro que todo forma parte de un complot (o llámese como se quiera) para criminalizar a quienes luchan por mejorar las cosas. 

Pero no acaba aquí la cosa. El mismo día 25 se produjo la agresión a un vicedecano, hecho a todas luces desafortunado pero que no conviene entremezclar con los hechos antes descritos. Pues bien, en la Junta Extraordinaria que tuvo lugar el día 26 y en la que participaban representantes de alumnos, profesores y decanato, prácticamente todas las intervenciones que vinieron del lado de los profesores consistieron en repudiar dicha agresión pero tan solo 2 personas (de unas 20 ó 30) tuvieron alguna palabra de aliento hacia los detenidos o en repulsa a la intervención policial. Los estudiantes allí presentes, en cambio, no dudaron en condenar ambas acciones. 

Por último, en el momento de proponer medidas para que los hechos ocurridos la jornada del 25 no volvieran a tener lugar, decanato y profesorado se opusieron a admitir una pequeña rectificación en la redacción, añadiendo que la Junta se comprometía a tratar de evitar una nueva intervención policial para reprimir al movimiento estudiantil (dejando, por tanto, abierta la posibilidad de acceso de la policía en situaciones que verdaderamente lo requirieran). 

Fue enormemente triste ver cómo el profesorado (con honrosas excepciones) se aferraba a su posición de poder, se victimizaba,  trataba de autoconvencerse de que ellos también luchan por el mantenimiento de lo público y dibujaba al alumnado como su enemigo. Todos se congratulaban de que la policía hubiera atajado la situación deteniendo a 11 personas, 11 estudiantes que probablemente hubieran sido alumnos suyos en algún momento, acaso hoy en día. 

Nunca antes había sentido tal menosprecio como estudiante. Nunca antes me había sentido tan cercana a mis compañeros organizados ni había entendido tan bien su rabia. 

Una gran profesora me previno una vez de usar la dicotomía ellos-nosotros a la ligera. Pero ayer, en esa Sala de Juntas, había claramente dos bandos.

(1) Sobre la percepción del encierro que tuvieron los trabajadores: http://goo.gl/SlIji 
(2) Para muestra un botón: http://goo.gl/W4zaQ 





























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